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Yendris Velázquez: la medicina familiar una vocación de total amor

Siempre soñó con la Medicina, desde los juegos de infancia sintió el deseo de auscultar, cuando con batas largas y jeringuillas despuntaba como la doctora en que se convirtió. Yendris Velázquez Pérez, tuvo el ejemplo de su hermano mayor y el respeto familiar para enamorarse de su profesión.

En el año 2005 fue seleccionada junto a otros galenos para formar parte de la avanza internacionalista del contingente Henry Reeve, creado por el líder Fidel Castro, una experiencia que le permitiría llevar la colaboración médica cubana a tres naciones.

«Tras concluir un diplomado de Terapia Intensiva en el 2005, reciente a mi graduación recibí el llamado a formar parte del primer contingente de la brigada Henry Reeve. Fue un honor para mí, una experiencia maravillosa e impactante, era la primera vez que salía de mi país y debía dar el ejemplo.

«En esa ocasión conocí personalmente a nuestro Comandante, quien nos despidió personalmente a todos y nos habló de la importancia de la participación en esa labor. Me correspondió ir a la nación de Guatemala, esa fue mi primera experiencia como internacionalista.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»] Escuche entrevista con Yendris

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«A los 15 días de volver de ese país me convocaron nuevamente, en esa ocasión a Timor-Leste, también una vivencia muy grande junto a unos 200 médicos cubanos que llegamos a ese territorio muy pobre, con una cultura totalmente diferente a la nuestra. Allí hice mi especialidad en Medicina General Integral.

«Desde diciembre de 2005 hasta marzo de 2007 permanecí en ese país, me correspondió una zona montañosa en la cual laboraba con enfermeros timorenses y una partera», destaca la galena tunera quien dominó el dialecto del tetun y mostró sus conocimientos en los dos años que permaneció junto a los nativos.

En el 2009 Yendris volvió a cumplir con el llamado de la Patria cuando partió a Venezuela, donde se reencontró con su hermano y su esposo. «Esa fue una misión diferente, había que mantener la labor alcanzada por otros médicos cubanos. En esa oportunidad me crecí profesionalmente, trabajaba en un consultorio atendiendo las urgencias».

La ausencia de los seres queridos en esos años resultó lo más difícil para esta fémina, quien encontraba en el estudio diario su mayor resguardo. «Todos los días leía mucho, me superaba con el objetivo de brindar un servicio de calidad sobre la base de todo cuanto había aprendido en la carrera».

A Yendris la conocen bien en el reparto Aurora, de esta ciudad, pues por varios años cuidó de la población de la zona, de ahí que su afinidad con la medicina familiar le resulte esencial.

«Los años que laboré como médico de familia contribuyeron a consolidar mi vocación. No siempre se valora el trabajo que conlleva ese nivel de la atención primaria de salud y el aporte que hace desde todos los programas», argumenta mientras recuerda cada visita de terreno para auscultar las sonrisas de un recién nacido o controlar la presión arterial de un abuelito.

«Adoro mi carrera, nací para ser médico, disfruto cada jornada de trabajo, me gusta ayudar, atender a los pacientes, me satisface que se sientan bien con el trato».

Actualmente se desarrolla profesionalmente en una segunda especialidad:  Endocrinología. «Me encanta, siempre me gustó la parte clínica más que la quirúrgica. Me gusta tratar las enfermedades asociadas al embarazo y la infertilidad. Ayudar y luchar por el bienestar de la madre y el bebé me agrada».

Con la responsabilidad de la familia y la medicina…

Esta galena, quien ha aportado también sus conocimientos a la Pediatría, combina sus horas entre el trabajo como doctora del Hospital General Docente Ernesto Guevara y sus responsabilidades como madre, esposa e hija.

«Uno de mis mayores compromisos es cumplir con mi familia, soy muy apegada a mis padres, ellos se sienten orgullosos y eso me llena el alma. Me complace compartir y conversar del día a día, dar siempre el ejemplo».

En su diálogo confiesa de su amor por su pequeño Adrián Alejandro y su esposo Ennio López, una familia que conoce de su devoción y sus largas horas de estudios para alcanzar sus sueños.

Cada día acompaña el crecimiento de su hijo en la escuela Toma de Las Tunas y contribuye a su desarrollo, mientras comparte un juego de pelota en la comunidad.

Yendris Velázquez Pérez prestigia la salud pública, valora su profesión y adquiere como reto diario el estudio para brindar un servicio médico que cumpla con el principio de solidaridad y la humanidad por encima de todo.

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